He sostenido por muchos años que el ahorro es la necesidad financiera más importante para las personas que viven en la base de la pirámide y buscan salir de la pobreza. Aunque se podría pensar que aquellos con bajos ingresos tienen menos capacidad de ahorrar, la realidad es que cuanto más precaria es la situación económica, mayor es la necesidad de ahorrar y más común es su uso.
Durante muchos años, he afirmado que el ahorro es la necesidad financiera más importante para las personas de bajos ingresos que buscan salir de la pobreza. Aunque podría pensarse que estas personas tienen menos capacidad de ahorrar, en realidad, cuanto más precaria es su situación económica, mayor es su necesidad de ahorrar. De hecho, el ahorro se vuelve aún más común en estos contextos, ya que es una forma esencial de hacer frente a las emergencias y mejorar las condiciones de vida.
Sin embargo, el ahorro es una operación financiera muy poco entendida, que tiene múltiples matices culturales y psicológicos. Esto hace que su comprensión, especialmente desde la perspectiva de la formalidad bancaria, sea muy difícil.
Sobre la complejidad cultural y psico-emocional del ahorro hablaré en otra oportunidad, aquí me limitaré a mostrar algunas de las formas en que esa necesidad financiera tan crucial para los sectores de la base de la pirámide se expresa en la práctica cotidiana. Pero tal y como lo he señalado en entregas anteriores, “en la base de la pirámide, el horro y crédito, se entremezclan”
Las formas más comunes de ahorro informal incluyen el "pote escondido", donde las mujeres guardan dinero en el hogar para emergencias; la "bóveda", donde se entrega el dinero a una persona de confianza; los "colectores", que recogen el ahorro diariamente y cobran una tarifa por sus servicios; las prendas de oro y plata, que se utilizan como un medio para mantener el valor de los excedentes; el apartado, que implica la adquisición de un bien o servicio con pagos regulares hasta completar el valor total; y las muy usadas "asociaciones rotativas de crédito y ahorro", también conocidas en Latinoamérica como Tandas, Cadenas, Bolsos, Natilleras, Pasanakus, Pollas, San y Susu, Vacas o Juntas, dependiendo del país. Estas asociaciones son grupos informales en los que los miembros ahorran en conjunto y reciben un préstamo rotativo en función de un sistema previamente acordado. Estas prácticas de ahorro informal pueden ser muy efectivas para las personas de bajos ingresos, ya que les brindan un medio de ahorro y crédito accesible y confiable.
En américa latina 2 de cada 3 personas ahorran informalmente. Entender estas prácticas, así como aprender a reconocer los elementos culturales y pico emocionales que acompañan el ahorro en la base de la pirámide, es esencial para poder diseñar instrumentos formales atractivos y útiles para esta población.
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