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La economía conductual

El cerebro humano desarrolló un sistema de toma de decisiones que le permitió ahorra energía y evolucionar. Sin este sistema, simplemente este órgano hubiese consumido demasiada energía por la enorme cantidad de decisiones que debe tomar a cada segundo y no se habría desarrollado de la manera en lo hizo.

Este sistema lo llama el premio nobel de economía Daniel Kahnema sistema rápido” porque hace precisamente eso, “tomar decisiones rápidas y prácticamente inconscientes”. Al usar este sistema rápido, nuestro cerebro genera unos atajos mentales. Estos atajos se denominan “Heurística de las decisiones” y lo que han hecho los investigadores de la llamada “economía de la conducta” es descubrir que, cuando nuestro cerebro usa este sistema, se forman “patrones” que pueden ser estudiados y entendidos.

La economía del comportamiento es un campo de estudio que combina conocimientos de la psicología y la economía para comprender mejor la toma de decisiones humanas. Este enfoque interdisciplinario ha proporcionado información valiosa sobre por qué las personas toman las decisiones que toman y cómo esas decisiones pueden verse influenciadas por varios factores.

Una de las ideas clave en la economía del comportamiento es que las personas no siempre son racionales en la toma de decisiones. La economía tradicional asume que las personas son actores racionales que toman decisiones basadas en su propio interés y en un análisis cuidadoso de las opciones disponibles. Sin embargo, la economía del comportamiento reconoce que las personas a menudo están influenciadas por una variedad de factores emocionales, cognitivos y sociales que pueden afectar sus elecciones.

Por ejemplo, los economistas del comportamiento han identificado una serie de sesgos psicológicos que pueden afectar la toma de decisiones. Estos incluyen el sesgo de confirmación, en el que las personas buscan información que respalde sus creencias existentes, y los efectos de encuadre, en los que la forma en que se presenta la información puede influir en las elecciones de las personas.

Los economistas del comportamiento también han estudiado el impacto de las emociones en la toma de decisiones. Las investigaciones han demostrado que las personas son más propensas a tomar decisiones arriesgadas cuando sienten emociones positivas y es más probable que tomen decisiones conservadoras cuando sienten emociones negativas. Esto tiene implicaciones importantes para el diseño de productos financieros y otras decisiones que implican riesgo.

En general, la economía del comportamiento proporciona un marco valioso para comprender la toma de decisiones humanas y sus implicaciones para la política económica. Al considerar los factores psicológicos y sociales que influyen en las elecciones de las personas, se puede ayudar a los formuladores de políticas, a diseñar políticas que sean más efectivas y estén mejor alineadas con las necesidades y preferencias de las personas. Esto, a su vez, puede conducir a resultados más eficientes y equitativos para las personas y la sociedad en su conjunto.

En este sentido, las emociones pueden desempeñar un papel importante en la toma de decisiones financieras y empresariales. Las investigaciones han demostrado que las personas a menudo toman decisiones financieras en función de su estado emocional, en lugar de confiar únicamente en la razón y la lógica. Esto puede conducir a una toma de decisiones impulsiva o irracional, que puede tener consecuencias negativas para el bienestar financiero de una persona.

Por ejemplo, cuando las personas se sienten ansiosas o estresadas, es más probable que tomen decisiones financieras impulsivas, como gastar en exceso o vender inversiones en el momento equivocado. Por otro lado, cuando las personas se sienten confiadas u optimistas, es más probable que asuman riesgos financieros que de otro modo no considerarían.

Es importante que las personas sean conscientes del papel que pueden desempeñar sus emociones en la toma de decisiones financieras y traten de tomar estas decisiones basadas en la razón y la lógica, en lugar de solo en su estado emocional. Esto puede ayudar a garantizar que las decisiones financieras estén bien informadas y consideradas, lo que puede conducir a mejores resultados financieros.

Frente a la evidencia que dejan las investigaciones señaladas por la economía de la conducta, los programas de educación financiera y empresarial deben encontrar formas para que las personas puedan comprender mejor cuan influyente son los factores sociales y psicoemocionales en la toma de decisiones. Lamentablemente mucho de lo que se ha hecho en este sentido, está marcado, de una parte, por un alto nivel de complejidad y especialización que impide que este conocimiento llegue a las grandes mayorías. Y, por el otro, por la superficialidad de pseudociencias centradas en una visión voluntarista que poco aportan para que esta nueva rama de la economía pueda generar los beneficios deseados.

Un ejemplo que usamos frecuentemente en nuestros talleres de educación financiera para evidenciar la relación entre dinero y emocionalidad es mostrar un billete de la misma denominación, por ejemplo 100 USD. Inmediatamente le preguntamos a las personas si esos dos billetes tienen el mismo valor.

De forma natural la gente dice que, si tienen el mismo valor, pero cuando le decimos que uno de los billetes lo encontró por casualidad en el piso y el otro se lo ganó trabajando 8 horas bajo el sol, echando pico y pala, inmediatamente las persona entienden que el dinero no es un valor objetivo, sino que está relacionado a condiciones piscologías que debemos estudiar.

En FUNDEFIR hemos dedicado unos cuantos años a conocer estos principios de base experimental y hemos desarrollado instrumentos sencillos de capacitación, dirigidos especialmente a nuestra tradicional población, formada básicamente de comunidades vulnerables y pequeños empresarios.

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